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sábado, 9 de mayo de 2009

Tecnologia Para Recordar

TECNOLOGIA PARA RECORDAR

En medio del crecimiento de la tecnología moderna con tantos aparatos y adelantos, tales como la calculadora de bolsillo, la primera computadora compacta, el disco compacto (CD) para almacenamiento digital de audio, la primera computadora personal, el primer libro en CD, el advenimiento avasallante del “Ancho mundo de la Internet”, los teléfonos celulares y el desarrollo de la alta Tecnología Medica tales como los equipos de ultrasonido y las imágenes por resonancia magnética, etc.

Dedicaremos este espacio para conocer mejor los beneficios que proporcionan los satélites artificiales y el comienzo de la era atómica.

Los satélites artificiales y la tecnología moderna

Al referirnos a los satélites artificiales, como parte de la tecnología moderna, y una de las más adelantadas realizaciones del intelecto humano, no podemos dejar de recordar al físico inglés Isaac Newton (1642-1727) quien en su obra señera describió perfectamente en términos matemáticos aún válidos, de qué modo el Sol y sus planetas, se atraían entre sí, formulando en esa ocasión su famosa “ley de la gravedad universal”.

En base a tales leyes puede el hombre colocar en órbita los instrumentos por él lanzados en torno a la Tierra.

Si en un punto que llamaremos A se imprime una velocidad de 7.900 m/s al cuerpo que se quiere convertir en satélite, su movimiento en el espacio se producirá a lo largo de una órbita que no se encuentra con la superficie terrestre.

Después de la segunda guerra mundial se diseñaron proyectiles-cohete cada vez más potentes y precisos.

Fue entonces creado el proyecto americano “Vanguard”, que preveía la puesta en órbita de una pequeña esfera con instrumentos de la ya existente tecnología moderna.

Cuando de pronto desde el espacio llegó un “bip-bip” que preocupó al mundo entero, por creerse que éste provenía del espacio exterior y que era totalmente ajeno al ser humano.

El primer satélite artificial, el denominado “Sputnik”, había sido lanzado por Rusia el día 4 de octubre de 1957.

La importancia de los satélites artificiales

Explicar todos sus usos y utilidades sería muy largo. Así que hablemos sólo de los más importantes.

Ante todo, los satélites desarrollan un trabajo de observación muy útil sobre las altas capas de la atmósfera, y por lo tanto, sobre el espacio extra atmosférico.

Estudian los rayos cósmicos, los micro meteoritos, etc., y preparan, de ese modo, el camino de los viajes espaciales del futuro.

Para los usos terrestres hacen de puente de radio en las comunicaciones de radio y televisión.

Todos habrán oído hablar del famoso Early Bird (Pájaro del Alba), el primer satélite comercial y un ejemplo de la tecnología moderna, utilizado para las trasmisiones de los programas de televisión.

Además de las inevitables utilizaciones militares (satélites espías), los satélites artificiales se emplean también para la asistencia de la navegación, de los submarinos y de los aviones.

Se habla desde hace tiempo de espejos solares orbitales capaces de facilitar energía para la desalinización del agua de mar o de observatorios de astronomía colocados por encima del inestable y opaco espesor del aire.

Actualmente, los satélites con mayor tecnología moderna, son lanzados casi exclusivamente por los Estados Unidos y por la Unión Soviética, pero existen también algunos programas europeos que ya han obtenido óptimos resultados.

El espacio y el hombre

Los satélites artificiales han prestado valiosos servicios y contribuido sobremanera al progreso de la ciencia y la tecnología moderna.

Aunque su tarea se desarrolla completamente en el espacio, sus resultados influyen cada vez más sobre nuestra vida terrestre.

La necesidad de construir satélites complejos y livianos ha contribuido a desarrollar una técnica constructiva que se denomina micro miniaturización.

Gracias a esta técnica ha sido posible construir pequeñísimos aparatos electrónicos que, insertados bajo la piel, regulan el ritmo cardíaco de los enfermos del corazón. Igualmente se han construido aparatos para facilitar la audición a quienes oyen mal.

La necesidad de fabricar materiales resistentes a las altas temperaturas ha dado grandes resultados.

Hoy existen materiales livianísimos y muy resistentes que forman parte de la tecnología moderna; utilizados en la industria, frutos de esta búsqueda.

Incluso en minería se utilizan algunas técnicas de excavación que se basan en experiencias espaciales.

El continuo perfeccionamiento de las calculadoras electrónicas, debido a la complejidad de los vuelos cósmicos, ha permitido una gran difusión de estas maravillosas máquinas.

Y esto ha influido muchísimo en la vida del hombre del futuro.

La era atómica

Durante casi dos mil años, los científicos creyeron que los átomos eran pequeñísimas partículas indivisibles de las cuales se componía toda la materia.

John Dalton, abriendo una inmensa brecha hacia el desarrollo de la tecnología moderna, demostró que la materia, en todos sus aspectos, está compuesta por pocos elementos.

Combinando átomos de elementos distintos es posible obtener las diversas sustancias conocidas. Hasta el siglo XIX se conocía en la naturaleza sólo 92 elementos.

¡El hierro era hierro y nadie podía convertirlo en otro metal! Pero a fines del siglo algo cambió.

Pierre y Marie Curie, en noviembre de 1898, descubrieron la radioactividad y el concepto del átomo indivisible sufrió un duro golpe. El átomo era, pues, divisible y transformable.

La luminiscencia observada por los Curie se debía, efectivamente, a partículas de energía emitidas por el átomo mismo.

De tal modo, el átomo se consumía en una transformación de materia de energía. Era realmente un descubrimiento revolucionario y que mucho colaboraría con el desarrollo de la ciencia y la tecnología moderna.

La transformación de la materia y el poder de la energía atómica

En 1919, Ernest Rutherford (1871-1937) logró “bombardear” átomos de nitrógeno con rayos alfa.

Cuando una partícula alfa golpeaba un núcleo de nitrógeno, éste se rompía liberando algunos de sus siete protones.

Alguno de estos protones liberados “capturaba” un electrón transformándose en un átomo de hidrógeno.

El experimento de Rutherford fue extremadamente importante.

Los progresos sucesivos para la utilización de la energía atómica (importantísima dentro de la tecnología moderna) llegaron con el descubrimiento del “neutrón”, partícula sin ninguna carga eléctrica contenida en todos los núcleos de los átomos, salvo el hidrógeno.

En la combustión se produce una reacción química: los átomos de algunas sustancias se combinan entre sí para formar nuevas sustancias, pero sus núcleos permanecen inalterables.

Pero cuando se rompe un núcleo atómico, la materia misma, es decir, la masa, se transforma en calor. Albert Einstein fue el primero que previó la enorme energía encerrada en el núcleo atómico.

La terrible confirmación del poder de semejante energía tuvo lugar el 6 de agosto de 1945, cuando un avión americano dejó caer una bomba atómica sobre la ciudad japonesa de Hiroshima, matando a casi 100.000 personas y destruyendo completamente la ciudad.

En este caso se hizo uso de una invención de la tecnología moderna de modo terrible y nefasto.

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